El
Sacerdote revestido con los ornamentos sagrados
representa a Cristo, nuestro Redentor, en su sagrada Pasión
El Amito(1) con
que cubre su cabeza al empezar a revestirse simboliza la
corona de espinas y el lienzo con que, cubriendo su divino
rostro burlábanse de él los sayones diciendo: Adivina: ¿quién
te dio?
El Alba simboliza el vestido blanco con que
le trataron como a loco en la casa de Herodes, despreciándole.
El Cíngulo simboliza los cordeles con que
en el huerto fue atado.
La Estola recuerda la soga que llevaba al
cuello cuando le conducían preso.
El Manípulo (2)
es símbolo del cordel con que le sujetaron a la columna para
azotarle.
La Casulla simboliza el vestido de púrpura
con que le cubrieron en casa de Pilatos estando ya coronado
de espinas.
El Cáliz representa el sepulcro, y los Corporales,
la sábana con que fue amortajado su Cuerpo santísimo.
El Introito, o entrada a la Misa, significa
el grande anhelo con que en el limbo esperaban los Santos
Padres la venida de Cristo al mundo para redimirlos a ellos
y, a nosotros, para significar sus clamores se dicen inmediatamente
los Kyries, que en nuestro idioma significan:
“Señor, habed misericordia de nosotros”.
El Glória in excélsis nos recuerda el gozo
de los ángeles y de los pastores al nacer Cristo.
Las Oraciones que el sacerdote dice después
del Dóminus vobíscum (El Señor esté
con vostros) son símbolo de las muchas veces que
Cristo oró por nosotros en el curso de su vida.
La Epístola simboliza la predicación de los
profetas, especialmente la del Bautista.
El Gradual, o lo que se lee después de la Epístola,
significa la soledad de Cristo en el desierto, y el
Aleluya representa los servicios que le prestaron
los ángeles después de haberle tentado el demonio y salido
victorioso.
El Evangelio significa la predicación de Cristo.
Y para decir el Evangelio se pasa el misal al otro lado del
altar, para significar que Cristo pasaba de unos a otros
pueblos predicando el Evangelio. Cuando se lee el Evangelio
estamos en pie, para denotar la prontitud con que debemos
obedecer la ley de Cristo, la cual se nos promulga en el
Evangelio; al concluir el Evangelio se dice: Laus
tibi Christe (Gloria a ti Cristo o Gloria a ti Señor Jesús),
haciendo inclinación con la cabeza en señal de sumisión
El Credo es un compendio de cuanto debe creer
el cristiano, y se arrodilla o se inclina el sacerdote al
et Homo factus est (y se hizo hombre)
para dar a entender la grande humildad del Señor en tomar
nuestra naturaleza, y cuánto, por consiguiente, debemos humillarnos
nosotros a Dios, que es nuestro Señor.
La Ofrenda que de la hostia y cáliz hace el
sacerdote, nos recuerda la prontísima y entera voluntad con
que Cristo se ofreció a padecer y morir por nosotros.
Al volverse al pueblo, el sacerdote y decir Orate,
fratres (Orad Hermanos) nos recuerda
aquel paso en que Cristo, después de haber orado en el huerto
con sudor de sangre, se acercó a sus discípulos y les dijo:
“Velad y orad, si no queréis caer en la tentación”.
El Prefacio y Sanctus (El Santo) simbolizan
la solemne y pública entrada de Cristo en Jerusalén el día
de los Ramos, y el júbilo con que el pueblo le recibió.
En el Canon dice en secreto las oraciones
el sacerdote, recordándonos que Cristo se retiró de los judíos
y se fue en secreto con sus discípulos a Efrén, y también
para inspirarnos un gran respeto, porque es sabido que lo
que se hace con demasiada publicidad se vulgariza y con facilidad
se desprecia.
Se levantan la hostia y el cáliz para recordarnos
que Cristo fue levantado en la cruz.
El Pater noster (Padre Nuestro) simboliza
aquellas palabras que Cristo dirigió al Eterno Padre inmediatamente
antes de expirar; así como aquel poco tiempo que el sacerdote
está en silencio después del Pater noster (Padre
Nuestro) significa el tiempo que Cristo estuvo en
el sepulcro, y su alma descendió al seno de Abraham para
dar libertad a las almas de los Santos Padres, que esperaban
su venida.
El Pax Dómini (La Paz del Señor) simboliza
la aparición de Cristo a sus discípulos y a las Marías, después
que resucitó.
El Agnus Dei (El Cordero de Dios) nos recuerda
que Cristo, después de su Resurrección, subió a los cielos
para ser allí nuestro abogado.
Las Oraciones postreras que reza el sacerdote
son símbolo de las que Cristo en el cielo dirige por nosotros
al Eterno Padre.
El Ite, Missa est (Al final de la Misa - Podéis ir
en Paz : Demos Gracias a Dios) significa que el sacerdote
hizo oficio de embajador y ministro enviado por Dios para
ofrecerle aquel sacrificio por toda la Iglesia Católica,
por las almas del purgatorio y para alcanzar para todos la
divina gracia.
La Bendición que da al fin el sacerdote simboliza
la que Cristo dará a los justos en el día del juicio final.
(1)
Amito: (del latín amicire, envolver, cubrir) Lienzo
blanco que pueden usar los ministros sobre los hombros y
alrededor del cuello, debajo del alba, para ocultar los vestidos
comunes.
(2)
Manípulo: Ornamento sagrado de la misma hechura
de la estola, pero más corto, que por medio de un fiador
se sujeta al antebrazo izquierdo sobre la manga del alba.
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